Walter y Margie Lewis nunca imaginaron que semejante tormenta y ayuda podían llegar a su comunidad de montaña. Dios sigue obrando por medio de Samaritan’s Purse tras el paso del huracán Helene.
Walter Lewis esquivó por poco tiempo la gran inundación de Boone, Carolina del Norte. Eso sucedió hace 85 años, alrededor de cinco años antes de que él naciera. No logró evitar la segunda gran tormenta, el huracán Helene, que golpeó el año pasado.

Walter Lewis está de regreso en su taller después del huracán Helene.
Hace más de ocho décadas, la inundación de 1940 provocó más de 2000 derrumbes y causó 16 muertes. Se la recuerda con una placa conmemorativa en el centro de la ciudad. No parecía que pudiera volver a haber otra tragedia como esa en la región.
El servicio de telefonía fue interrumpido, todas las carreteras principales hacia el interior quedaron cerradas, y Boone quedó aislada del resto del mundo durante días.
La tormenta transformó el paisaje del condado de Watauga. Aunque él había escuchado muchas historias, pensaba que algo así no podría volver a afectarlos. El 27 de septiembre de 2024, Walter descubrió que se había equivocado.
“Esto fue peor. Con el huracán Helene, el agua subió 180 centímetros más que en la inundación de 1940”, dijo Walter.
Pocos esperaban más que algunos chaparrones por el huracán, que para ese momento había bajado de categoría a tormenta tropical. Por lo tanto, estaban muy poco preparados.
“Esa mañana llovía”, relató Walter. “Después de almorzar, Margie se durmió. Yo leía. Para entonces, ya caía una lluvia torrencial. Levanté la vista de mi libro y miré por la ventana. La casa estaba rodeada por el agua, y supe que estábamos en problemas”.
En el recodo de montaña donde vive Walter, los escombros pesados se agitaron entre la correntada descendente del riachuelo de Howard. El cauce angosto se convirtió en un torrente de agua que atravesó raudamente el pequeño valle que su familia había comprado décadas atrás, cerca de una zona llamada Meat Camp. Grandes árboles esquivaron por poco la casa de Lewis.

El hábil ebanista ha creado muchos objetos en madera, entre ellos, muchas aves de madera.
Walter le dijo a Margie que tendrían que resistir y confiar en Dios. En una etapa avanzada de su demencia, que requiere cuidados durante las 24 horas del día, Margie está muy limitada en su capacidad de comunicarse. Pero Walter todavía se da cuenta cuando ella tiene miedo.
Walter observó el agua y los restos de los derrumbes durante horas, mientras él y Margie estaban refugiados en el sector de la casa más alejado del riachuelo desbordado. Cuando la tormenta se despejó, él salió a ver los daños. Todo lo que había alrededor de su propiedad y de sus vecinos era caos. Agradeció a Dios estar con vida.
Su cochera estaba inundada. Un árbol la había atravesado limpiamente. Su cobertizo, donde guardaban luces navideñas, adornos y la ropa de invierno de Margie, había quedado violentamente destrozado contra un puente cercano. Y su taller estaba inundado. La correntada había arrasado con su colección de herramientas de ebanistería de varias décadas. Sus máquinas estaban destruidas; las sierras que usaba para fabricar relojes de pie, culatas de rifles, infinidad de pájaros de madera y otras piezas para sus seres queridos, todo estaba arruinado.
“El año pasado fue nuestro primer año sin decoraciones navideñas”, dijo Walter. “Podría haber sido peor, mucho peor. Muchas personas perdieron mucho más que eso. Las personas que vivían aguas arriba de aquí perdieron la vida”.
La ayuda tras la tormenta
A pesar de todos los daños que sufrimos, Samaritan’s Purse comenzó a responder inmediatamente a la devastación causada por el huracán Helene, trabajando desde nuestra sede internacional en Boone. Y continuamos con la reconstrucción y otras labores en muchos condados. Tenemos años de trabajo por delante.

Samaritan’s Purse ayudó a Walter a reemplazar dos máquinas, una sierra ingletadora y varias herramientas.
Conocimos a Walter y a Margie poco después de la tormenta. Decenas de miles de voluntarios, provenientes de toda la región y el país, comenzaron a limpiar las propiedades y a ministrar a los residentes en el nombre de Jesús.
Mientras limpiábamos su cochera y su taller, nos enteramos del deterioro en la salud de su esposa, y de las otras pérdidas que ha experimentado la pareja. Él acompañó a nuestro equipo en un recorrido por su taller, describiendo las muchas creaciones que hizo a lo largo de los años. Ha trabajado en él desde que era adolescente.
“Durante el verano, cuando no estábamos trabajando en la granja, en Meat Camp, mi papá nos llevaba al trabajo”, contó Walter. “Allí fue donde aprendí carpintería y donde hice mi primer conjunto de armarios”.
Desde luego, la carpintería de Walter se paralizó después de la tormenta. Había estado enseñándoles a sus nietos el oficio de generaciones de ebanistas que su padre le había transmitido. Sin embargo, al no tener herramientas ni máquinas, el aprendizaje se había interrumpido.
Antes de la tormenta, encontraba ciertos momentos para darse un paseo por la parte de atrás y fabricar alguna que otra pieza, incluso teniendo los días completos con las rutinas de cuidar a su esposa a toda hora.
“Uno hace los votos delante de Dios; uno debe mantener esos votos. Y cuando prometes que cuidarás a alguien en la salud y en la enfermedad, hay que tomárselo en serio”, afirmó. “Por eso, yo cuido de ella”.
“Ella cocinaba las mejores galletitas a las que podías hincarle el diente. Margie sabía hacer un pollo y unas albóndigas que eran un deleite para las papilas gustativas. Ha sido una esposa maravillosa, especialmente, por tener que soportarme a mí”.
La familia de Walter se estableció en esta zona hace más de 200 años. Daniel Boone y otras personas habían asentado campamentos de cacería en la zona, que alguna vez apoyaron la migración de bisontes y alces, entre otra cacería autóctona. Allí, el clan de Walter comenzó a trabajar con la madera. Talaron los nogales americanos, los castaños y los robles de la región. Él lleva en la sangre la madera y la carpintería.
Su andar con Jesucristo también se remonta a mucho tiempo atrás. Eran una familia temerosa de Dios que asistía a la iglesia. Walter dice que eso moldeó su vida y cómo él, en definitiva, lo vivió.
“Mamá y papá eran muy estrictos en cuanto a que fuéramos a la iglesia todos los domingos. Tenían un buen programa juvenil en la Iglesia Bautista Meat Camp”, relató. “Era algo bueno. Allí me convertí en cristiano. Fue un miércoles a la noche, en junio de 1957. Yo tenía 12 años”.
Restituimos algo más que herramientas
Walter sabía de Samaritan’s Purse desde hacía años, y da gracias a Dios por la labor entre los estadounidenses y en todo el mundo. Después de Helene, dice él, le encantó ver cómo los voluntarios sirvieron en su propio jardín, limpiando partes de su propiedad que estaban inundadas (su hogar se salvó de los daños). Nunca imaginó que él se beneficiaría de ese trabajo.

La tormenta y las consecuencias han sido difíciles para la pareja. Walter cuida todo el día a su esposa Margie, quien padece demencia.
“Es increíble. Mira nomás lo que Samaritan’s Purse ha hecho por nosotros y por toda esta comunidad y esta región”.
Recientemente, un equipo de Samaritan’s Purse fue a visitar a los Lewis para darles buenas noticias. Un cobertizo nuevo e independiente iba en camino para reemplazar el que fue destruido. Y volveremos a poner en funcionamiento su taller de carpintería, con herramientas y máquinas nuevas.
“Estoy agradecido, de verdad muy agradecido por esto”, dijo él. “A pesar de los daños que tuvimos, Samaritan’s Purse vino e hizo todas estas cosas por nosotros. No lo podía creer. Nunca vi una organización tan eficiente como Samaritan’s Purse”.
Rápidamente tuvo sus máquinas nuevas en funcionamiento. Mientras hablaba con el equipo, tomó un trozo de madera vieja y talló el símbolo que vio en la gorra de un miembro del equipo. Era una cruz en el ojo de una tormenta: el logo que pertenece a Samaritan’s Purse.