La misión de cataratas restituye la vista y motiva a los pacientes para que se vuelvan a Jesucristo en la República Democrática del Congo.
Ninahilo empezó a notar que estaba perdiendo la vista. “Yo daba clases a los niños, y me di cuenta de que las redacciones comenzaban a desaparecer; veía de manera confusa, hasta que no pude ver más”, relató, recordando el cambio que experimentó en abril del año pasado.
Entonces, recurrió a la medicina tradicional, una práctica espiritual y herbal que él cree conjura a las deidades locales.

Ninahilo es examinado para determinar su grado de pérdida visual.
“Estaba sufriendo. Empecé con la oración en la iglesia, pero después me obligaron a buscar a los médicos brujos”, dijo él. “Era la primera vez que veía cosas místicas. Eso me partió el corazón. Mi padre me había educado para que fuera cristiano. Me dije: ‘No puedo seguir así’”.
Oró a Dios una vez más. Poco después, se enteró de la clínica de Samaritan’s Purse en un programa de radio local.
La cura doble
Ninahilo vino a la clínica afectado por la pesada carga del año anterior. Una mujer de su pueblo había dicho: “Todavía no has sufrido. Ahora vas a sufrir”.

Los procedimientos que normalmente llevan apenas unos minutos pueden cambiar la perspectiva del paciente durante los años y las décadas posteriores.
Él dijo que fue entonces cuando comenzó a perder la vista. Todavía cargaba con la culpa de haber visitado al médico brujo. ¿Acaso había sido maldecido?
During his operation, Ninahilo’s blood pressure spiked, requiring the procedure to pause. He was fearful as he rested in a nearby room. But this medical crisis was about to become the doorway to something far greater than restored sight.
Ninahilo fue uno de esos pacientes cuya vida fue transformada.
Transformar vidas es la razón por la que nuestro equipo de cataratas formado por médicos y enfermeras, quienes a menudo dejan sus consultorios concurridos durante una semana o más, habían viajado a Isiro, en la República Democrática del Congo, deseosos de donar su tiempo y su capacidad. Su objetivo en común era claro: ayudar a que las personas como Ninahilo experimentaran el amor de Dios por medio de ellos: a través del don de volver a ver. Aquí hay varios integrantes del equipo hablando de porqué consideran que este es su llamado.
El Dr. Dan Grayden, un oftalmólogo de Portland, Oregon, ya sexagenario, ha sido parte de las misiones de cataratas para ocuparse de que personas como Ninahilo vivieran la bendición de recuperar la vista y el milagro de su corazón volcados hacia Dios. Las misiones se han convertido en su llamado.
“En los últimos años, he estado viniendo en los viajes de Samaritan’s Purse, y realmente he disfrutado de la oportunidad de tratar a las personas en el nombre de Jesucristo. Nada de lo que hago me produce más gozo que el hecho de ver que los pacientes que estaban ciegos puedan volver a ver; nunca me canso de eso”.

Profesionales médicos de diversos países reunidos en la misión de cataratas en Isiro, República Democrática del Congo.
El Dr. Jason Pithuwa, un oftalmólogo congoleño, vino a Isiro por razones similares: ver a Dios obrar en la sanación de ojos y en el cambio de vidas. Agredeció poder usar su especialidad para ver que su compatriota congoleño se acercó a Jesucristo.
“No somos solamente médicos, también somos cristianos. Nos complace enormemente saber que estamos cumpliendo una misión”, dijo. “Y con Samaritan’s Purse y nosotros, como sus colaboradores, tenemos en el corazón la misión de devolver la vista (la capacidad física de ver), pero también de ver que Dios restaura la vista espiritual”.
Para la Dra. Mary Ng’ang’a , oftalmóloga keniata que se sumó al equipo de cirujanos, el componente espiritual era profundamente personal. De niña, había sufrido problemas en la vista.
“Esto fue una inspiración para mí en la infancia. Tuve problemas oculares y perdí tres meses de la escuela. [Ahora] es muy importante para mí ayudar a las personas”, dijo ella. Su enfoque para trabajar en la clínica lo reflejó. “Oramos con nuestros pacientes antes de comenzar la cirugía, pidiéndole al Señor que los toque. A veces, lo entienden cuando ven que las oraciones ayudaron a que esto sucediera, y eso es lo que me da gozo”.

Pacientes reunidos para celebrar y adorar en el día que les quitaron los vendajes.
Durante la misión de una semana en Isiro, el equipo realizó más de 550 cirugías para restaurar la vista, y Dios abrió los ojos de muchos corazones, también. Más de 300 personas profesaron la fe en Jesucristo como Señor y Salvador de su vida.
La vista ocular y espiritual restauradas
Mientras Ninahilo descansaba en una habitación cercana, un pastor local llamado Alphonse lo visitó. Lo animó con la Palabra de Dios, oró con él, le recordó sobre el amor y la provisión de Dios.
Ninahilo relató la historia de su ceguera, la maldición, su miedo a no poder ver nunca más.
Había crecido creyendo en la Biblia y yendo a la iglesia. Desde entonces, se había alejado y se preguntaba cómo podría volver a Dios después de “pasar tiempo con el Diablo”.
Entonces, el pastor compartió la Biblia con él, y le recordó que “Satanás no tiene poder alguno sobre los que pertenecen a Dios”.
Nuevamente oraron juntos, y el pastor le ofreció esta esperanza: “Él me dijo que me entregara al Señor Jesucristo. Solo Él puede salvarme”, afirmó Ninahilo.

Después de su operación, le dimos varios regalos a Ninahilo, incluyendo un dispositivo con la Biblia en audio que contiene la Palabra de Dios en su idioma.
Esa noche, mientras estaba acostado en la cama luego de su operación, con los ojos vendados, se preguntó qué le depararía el día siguiente. ¿Lo vería con los demás? Se quedó dormido y soñó, y se llenó de consuelo en las primeras horas de la mañana.
“En mi sueño, vi a alguien que vino a quitar algo de mis ojos. Luego, esa persona se fue”, dijo. “Me despertó en ese momento”.
Más tarde esa mañana, se reunió con los demás para que les retiraran los vendajes. Su semblante había cambiado. Estaba en paz.
“Ahora digo: ‘Señor, gracias por satisfacer mi necesidad’”, dijo mientras esperaba con los demás. Relató el procedimiento y la visita del pastor. En el quirófano, según su relato, le pidió a Jesucristo que lo salvara. “Me he entregado de cuerpo y alma a Jesucristo, así que todo va a estar bien. Sé que Dios me creó. Él es el dueño de todo. Me convertí a Jesús. Ahora, Él es mi Salvador”.
Y, una vez más, pudo ver claramente, en muchos sentidos.

El equipo atendió a cientos de pacientes durante la misión de cataratas de una semana de duración.
