Luis y el cordero

October 4, 2016 • Panama

Mi caja de regalos me ayudó a tomar en serio mi relación con Cristo.

Luis tenía 6 años cuando le dieron una caja de regalos, en Panamá.

El corderito de peluche que venía en la caja fue el primer juguete que tuve en mi vida. Todavía lo tengo. En realidad fue un tesoro. Cantaba una canción. Era muy lindo y muy suave. Me encantaba la carita que tenía. Jugaba con él, me imaginaba que era un cordero de verdad. Cuando terminaba de jugar, lo ponía otra vez en la caja. El corderito me hacía sonreír siempre que lo veía, porque me acordaba del día que me dieron la caja de regalos.

“El corderito me hacía sonreír siempre que lo veía, porque me acordaba del día que me dieron la caja de regalos.”

Lo más valioso de mi caja de regalos eran los útiles escolares: crayones, sacapuntas, bolígrafos, lápices y cuadernos. En Panamá, en 1996, si uno no tenía útiles escolares no podía ir a la escuela. Pero ese año yo pude usar los bolígrafos, los lápices, los cuadernos… todo.

El día antes de que me dieran la caja de regalos, le estaba rogando a mi mamá que me comprara los útiles escolares para poder ir a la escuela. Ella me dijo: “No puedo, no tengo dinero. Pero si quieres, puedes orar.”

Nosotros nunca íbamos a la iglesia; nunca hablábamos de Dios. Pero ese día ella me dijo que orara. Yo le dije que me enseñara a hacerlo. Me dijo: “Puedes hablar con Dios como si estuviera enfrente de ti. Pero tienes que respetarlo porque Él es el Señor.”

“En la caja de regalos había una carta que decía: ‘Jesús te ama, y yo también.'”

Así que me arrodillé y hablé con Dios como si estuviera enfrente de mí. Le pedí especialmente útiles escolares. El día siguiente, me invitaron a la iglesia a una actividad especial, y fue cuando me dieron la caja de regalos.

En la caja de regalos había una carta que decía: “Jesús te ama, y yo también.” Esas palabras me quebrantaron el corazón al instante. Lo único que yo necesitaba era saber que alguien me amaba. Así que, esa carta me ayudó a ver el mensaje espiritual de la caja.

No éramos creyentes, pero la caja de regalos nos ayudó a entender que Dios oye las oraciones. Mi mamá dijo: “Ahora sé que Dios sí existe.”

Gracias a que alguien se tomó unos momentos para escribir “Jesús te ama, y yo también,” eso me ayudó a ver que, aunque yo no tenía papá y que aunque no llevo una vida perfecta, Dios está de mi lado. Me crié en el gueto. No teníamos nada. No tenía esperanza. La caja me ayudó a entender que yo le importaba a Dios.

“La caja me ayudó a entender que yo le importaba a Dios.”

Mi mamá y mi hermana menor se hicieron cristianas poco después de que me dieron la caja; pero yo aún no entendía que necesitaba seguir a Cristo. Pero la carta en la caja seguía diciéndome: “Él te ama. Él está de tu lado. Él sigue esperándote.” Hubo personas que siempre me decían que Dios tenía un mejor plan para mi vida. A los 14 años me di cuenta de que lo necesitaba, y fue cuando recibí a Cristo como mi Salvador.

La caja de regalos fue la primera semilla que sembraron en mi vida. Hoy ya no tengo los lápices, pero sí tengo algo que es más importante, porque la Biblia dice: “la palabra del Señor permanece para siempre” (1 Pedro 1:25, TLA). Solo necesitaba saber que Él me amaba, por eso la caja fue un regalo tan hermoso.

Operation Christmas Child lleva gran gozo a millones de niños alrededor del mundo por medio de cajas que se empacan con amor y mucha oración, y se llenan con juguetes que causan alegría a los niños. Cada caja llena de regalos es de gran ayuda para las iglesias locales, porque es un instrumento para evangelizar y discipular, que luego resulta en la transformación de muchos niños y sus familias por el conocimiento de las buenas nuevas de Jesucristo. Después de que los niños reciben sus cajas de regalos, se les invita a inscribirse en La gran aventura, programa de discipulado de 12 lecciones que les enseña a ser seguidores fieles de Cristo y cómo hablarles a otros acerca de Él.

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